doi.org/10.20986/resed.2022.4040/2022
EDITORIAL
HOMENAJE A ENRIQUE REIG
TRIBUTE TO ENRIQUE REIG
“El conocimiento hay que entregarlo, siempre”
Dr. Reig
D. Abejón González1
1Jefe de Departamento. Unidad de Dolor. Hospital Universitario Quironsalud Madrid. España
El enfoque del tratamiento del dolor de forma interdisciplinar y multidisciplinar es algo a lo que en estos tiempos se da un valor tremendo y parece que lo hemos inventado nosotros ahora, así como el enfoque holístico de la respuesta al tratamiento analgésico, principalmente con técnicas intervencionistas; pero, como está sucediendo en otros ámbitos de la vida, como el la moda, la estética e, incluso, en el mundo del cine, no es nada nuevo… Ya se había inventado, y la verdad es que lo teníamos en nuestra propia casa, nos lo estaban enseñando a diario, y o no lo apreciábamos, o bien lo que ahora se defiende, en otros tiempos se denostaba, o simplemente nos cuesta ver lo bueno, lo extraordinario, lo diferente cuando te lo dicen en español y una persona de tu entorno. En ocasiones lo tenemos que leer y que oír en otro idioma para que nos impresione, o bien iniciar una guerra sin cuartel para ver algo que se inició en nuestra propia casa a principios de los 90.
El Dr. Reig se licenció en 1975 en la Universidad de Autónoma de Madrid, una de las mejores universidades nacionales, y realizó la especialidad de anestesiología y reanimación en el “Clínica Puerta de Hierro”, actual Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda, en Madrid, donde fue jefe de sección y director de la Unidad de Dolor hasta el 2004, continuando su labor asistencial en la Clínica del Dolor de Madrid. Como decía, el enfoque en ambas unidades de dolor fue multidisciplinar: algo que ahora se propone como la única alternativa al tratamiento del dolor ya nos lo enseñaron a principios de los 90. En una de las unidades que dirigió pude trabajar con una rehabilitadora, con una formación increíble en dolor, gracias al “jefe”, la Dra. Cristina del Pozo, a quien formó sin guardarse nada, a pesar de ser rehabilitadora. En la medicina privada tuve la enorme suerte de poder coincidir con un reumatólogo, que en este momento es el editor de esta revista, el Dr. Javier Vidal, y un par de grandes médicos generales, el Dr. Javier del Saz y la Dra. Romi Wojcikiewicz, incluyendo en la unidad una psicóloga, la Dra. Almudena Mateo, y un psiquiatra consultor. A todos nos formó con la misma intensidad y con el mismo corazón sin mirar el título que teníamos, y a todos nos permitió crecer y abrirnos en este mundo del dolor. Él predicó la multidisciplinariedad y la interdisciplinaridad en el tratamiento del dolor, y lo hizo sin hacer ruido.
La formación y la innovación fueron los pilares del Dr. Reig. Es difícil ver en este momento un médico del dolor que no haya pasado un tiempo con Enrique, y a todos nos dio todo lo que tenía, sin esperar ni premios ni medallas por una enorme trayectoria en el campo del dolor.
La formación del Dr. Reig en dolor empezó con el Dr. Madrid Arias a principios de los 80, sobre 1982. Como podemos imaginar, era un gran visionario que entregó su vida por y para los pacientes, con desarrollo de terapias en España y con perfeccionamiento de los existentes.
Desde mi punto de vista, existen dos hitos en la vida profesional de Enrique que ha permitido posicionar la medicina del dolor en España donde se encuentra en este momento, y darnos visibilidad en el resto del mundo, y a todos nos costará poder mejorar lo que él forjó cuando lo hizo: para mí los hitos más importantes son la introducción de la radiofrecuencia en el país y el desarrollo hasta cuotas impensables de la neuromodulación.
Su afán por mejorar la calidad de vida de los pacientes, no para tener él más prestigio ni más reconocimiento, sin querer destacar, aunque su luz lo hacía imposible, hizo que continuamente estuviera con proyectos de formación y con visitas en el extranjero para perfeccionar las técnicas o bien implementar nuevas técnicas. De esta manera, en nuestros días, somo un país referente en el empleo de la radiofrecuencia, gracias a su primera visita al Dr. Olaf Rohof en la Unidad de Dolor de Sittard, en Países Bajos en 1995. Introdujo esta nueva herramienta de tratamiento y, siguiendo una filosofía de vida y una visión de integral de lo que representa ser un médico, no lo guardo para él, no miró edad ni especialidad, y lo enseñó todo, como siempre hizo, sin guardar nada para sobresalir por encima del resto, aunque, dicho sea de paso, no hacía falta. Ir a un quirófano de “el jefe” era como ir a un derbi en el Bernabéu: estaba abarrotado; se formaron jefes, residentes, gente de Madrid, de fuera de Madrid… Si algo define a Enrique fue (es) su generosidad y su entrega a la profesión y a sus compañeros.
Él introdujo en nuestras vidas relaciones internacionales por sus contactos en el extranjero, como con el Dr. Elliot Krames, su hermano, que nos han permitido avanzar en el enfoque de la terapia, y que nos ha permitido crecer como país y tener una mayor visibilidad internacional. Gracias a esto tenemos la suerte de tener un capítulo español de la International Neuromodulation Society (INS), siendo miembro del Board; un capítulo español del World Institute of Pain (WIP), de la que fue miembro fundador; nos abrió, hace muchos años, la puerta del Fellowship Interventional pain Practice (FIPP), iniciando él, junto con el Dr. Ricardo Ruiz y la Dra. Carmen Pichot, el número de españoles que tenemos el FIPP, ayudando, como siempre, con cartas de recomendación, cuando solo las podía hacer él. ¡Qué grande has sido!, ¡qué pequeños somos a tu lado!, aunque pensemos lo contrario. Participó en la fundación de la Sociedad Española de Dolor, de la que también fue presidente, todo por intentar dar una mayor visibilidad al tratamiento del dolor en España.
Hemos de recordar lo que nos dio, un interés desinteresado por la formación, que regaló a todo aquel que lo pidió su enfoque del tratamiento del dolor, verdaderamente multidisciplinar e interdisciplinar.
Como todos sabéis, es muy difícil hacer una foto exacta de “tu padre” cuando te deja, es difícil poder expresar en un editorial qué significó para ti, como persona, como profesional, sin parecer que ensalzas de más su persona; por esto, quizás, los más cercanos, cuando lean estas líneas dirán: “y ¿cómo no dice que estuvo en el 1987 en Londres?”, “pero ¿por qué no ha mencionado los artículo que tiene, si son más de 50, sobre todo el del impar o el que tiene con Hassenbusch sobre bombas, ¿no?”, “pero ¿por qué se le ha olvidado comentar algo sobre el curso de cadáveres de Valladolid?, si fue el primero de España, con todos los mejores en ese momento; en el 1997, creo que fue”, “cómo no dice las veces que fue director de cursos de formación, más de 20?”, o “¿cómo se ha olvidado David de que fue el Charmain de VI congreso de la INS? Si fue el primero en España”, “¿no va a decir nada de las ponencias que impartió, que yo creo que fueron alrededor de 300?”… Pues seguro que me he olvidado de muchos hitos profesionales, pero llevo a la persona en mi corazón, su temple, su GENEROSIDAD, su cariño, su carácter, que lo tuvo, y además así os haré volver a pensar en Enrique, cuando comprobéis todo lo que me he olvidado en el plano profesional y así volveréis a tenerle en vuestro corazón y en vuestro recuerdo, aunque sea un rato.
Para terminar, si queréis saber cosas que un hijo a veces no sabe, os remito a su gran amigo el Dr. Paco Robaina, que seguro que tiene más anécdotas de “el jefe”.
“Cuando camines a través de la tormenta, mantén la cabeza bien alta, y no le tengas miedo a la oscuridad, al final de una tormenta hay un cielo dorado.”
Siempre a tu lado con amor. Descanse en paz, Enrique.
Correspondencia: David Abejón González
dabejongonzalez@gmail.com