DOI: 10.20986/resed.2020.3807/2020
EDITORIAL
El paradigma del ozono en el tratamiento del dolor
The ozone paradigm in pain treatment
D. Samper Bernal1
1Servicio de Anestesia, Clínica Dolor, Hospital Germans Trias i Pujol. Badalona, Barcelona. Spain
Correspondencia: Daniel Samper Bernal
dsamperb@gmail.com
El ozono médico es una mezcla (un 95 % de O2 y un 5 % de O3) utilizada en varias concentraciones y administrada por diferentes vías. Es un gas inestable, transparente y de olor picante. El ozono se produce a partir del oxígeno cuando entra en contacto con una descarga eléctrica que genera diferentes concentraciones según la enfermedad a tratar (1).
Activa mecanismos antioxidantes endógenos y produce una metabolización de radicales libres, frenando el proceso oxidativo responsable de la destrucción celular (2).
La acción antioxidante a nivel intrarticular disminuye la inflamación y la futura degeneración, inactiva e inhibe la liberación de enzimas proteolíticas y estimula la producción de condrocitos y fibroblastos con la posibilidad de formación de nuevo cartílago.
Su acción antinflamatoria se debe a la inhibición de prostaglandinas, incrementando la liberación de antagonistas de citoquinas proinflamatorias como citoquinas like (interleuquinas, interferón, factor α de necrosis tumoral y citoquinas inmunosupresoras like), todos con efecto inhibidor de la inflamación. Libera endorfinas que bloquean la transmisión de la señal nociceptiva hacia el tálamo y la corteza (3).
Todo en conjunto produce una disminución del edema, la inflamación y el dolor (1,4).
El tratamiento del dolor crónico con ozono medicinal es una práctica establecida desde hace mucho tiempo, siendo la Dra. G. Rovira la que creó, en 1987, la primera Unidad de Ozonoterapia en nuestro país (Clínica Quirón de Barcelona). El primer trabajo publicado sobre su uso en gonartrosis se debe al Dr. E. Riva-Sanseverino, en 1989 (5), y en ese mismo año aparece la primera referencia bibliográfica del Dr. C. Verga sobre su uso en hernia discal (6).
A pesar del largo tiempo transcurrido, se encuentra con notables dificultades para ser introducido en la medicina pública por diversos factores (escasa evidencia, tratamientos prolongados, desconocimiento de los profesionales, poco soporte de las casas comerciales).
En 2011, el Ministerio de Sanidad español lo incluyó en la cartera de servicios de las unidades de dolor, tanto en infiltraciones articulares como para discólisis, si bien incorporó una observación respecto a su falta de evidencia (7).
Sin embargo, en los últimos años han ido apareciendo varios trabajos, tanto para aplicación en patología axial como articular periférica, que han ido dando consistencia a su uso.
Los resultados de estos estudios han permitido demostrar su eficacia intradiscal en el tratamiento de la ciática por hernia discal (8) y también en lumboradiculalgia por hernia discal (9), resultados que mejoraron asociando técnica de radiofrecuencia del ganglio de la raíz dorsal (10); también administrado vía epiduroscopia en fibrosis por síndrome dolor post-laminectomía (11) y mediante técnica guiada por TAC en espacio intradiscal en lumbalgia, con o sin radiculalgia por hernia discal (12).
Disponemos también de estudios intradiscales en dolor cervical (13) y finalmente cabe mencionar una reciente revisión sistemática en lumbalgia por hernia discal que remarcó buenos resultados en la intensidad del dolor, así como en la funcionalidad de los pacientes (14).
A nivel articular, y especialmente en la gonalgia por artrosis de rodilla, también se han publicado artículos que consolidan el uso del ozono mostrando su eficacia versus placebo, plasma rico en plaquetas, ácido hialurónico y corticoides (15,16,17,18); asimismo, una revisión sistemática remarca esa eficacia en el metanálisis obtenido (19).
En este número de la Revista de la Sociedad Española del Dolor se presenta un interesante e innovador artículo de Fernández-Cuadros ME y cols., sobre la repercusión del tratamiento con ozono en la gonartrosis, no solo sobre parámetros clínicos de eficacia, sino también, y por primera vez en la literatura científica, sobre indicadores bioquímicos y radiológicos.
Los autores evaluaron en 115 pacientes con gonartrosis, con la escala de Kellgren-Lawrence grado ≥ 2, la respuesta al tratamiento con ozono intrarticular.
La singularidad y gran interés que suscita el estudio es debido a que evalúa el efecto clínico mediante la intensidad del dolor, funcionalidad y rigidez, pero también parámetros bioquímicos inflamatorios (proteína C-reactiva [PCR], velocidad de sedimentación globular [VSG], ácido úrico) y radiológicos (mínimo espacio articular medial y lateral).
El estudio sugiere, aunque no demuestra por no ser un estudio controlado, que el uso de ozono en la rodilla con artrosis aporta una mejoría del dolor, la funcionalidad y rigidez del paciente, pero además disminuye los marcadores de inflamación (PCR, VSG y ácido úrico) y aumenta el espacio mínimo articular del componente medial y lateral de la rodilla. Todo ello en ausencia de efectos adversos.
En mi opinión, los autores han aumentado considerablemente el peso específico de la literatura científica sobre el ozono, contribuyendo a las bases para que su uso pueda ampliarse como una terapia aconsejada y, por tanto, tenida en cuenta en las guías clínicas de pacientes con gonartrosis moderada severa, y aún más en presencia de comorbilidades que condicionan con frecuencia efectos secundarios serios en pacientes de edad avanzada.
BIBLIOGRAFÍA